Cuando creíamos que ninguna condición sería más denigrante que el sexo a cambio de comida nos encontramos ante esta nueva modalidad totalmente aberrante. Es que la prostitución a cambio de agua potable ya es común en las regiones este y sur afectando a gran porcentaje de la población, y se ve incrementada a medida que se disminuye en el rango etario, encontrado el más alto grado en niñas y niños menores de 14 años.
La ausencia de agua potable, limpia e incluso de la no contaminada por los desechos producidos en la explotación de Letimina ha sobrepasado un límite que creíamos inalcanzable. Dejando atrás los robos a camiones cisterna, el tráfico ilegal de agua, y las interminables colas para la obtención de los 2 litros ofrecidos por organizaciones no gubernamentales, nos encontramos con esta nueva modalidad para conseguir el tan preciado recurso.
Testimonios de víctimas (niños entre 10 y 15 años) aseguran que han tenido que ceder ante la solicitud de sus propios padres para conseguir agua que sólo ingerían los días de lluvia. Dada la actual sequía muchos han decidido beber el agua contaminada ante la desesperación, medida drástica ya que los restos de letimina producen la muerte en 3 horas, tiempo que demora la solidificación de la sangre infectada con dicha sustancia.
Por otra parte miles de personas han intentado acceder a la piscina del estadio inagurado la semana pasada en la región norte para acceder a los 20 millones de litros. El intento de asalto duró apenas unos minutos ya que las fuerzas militares que custodiaban la zona reprimieron inmediatamente, matando a todos los manifestantes. Acto seguido, y como ya es costumbre, los cuerpos fueron recogidos e incinerados en una transmisión por la cadena oficial, bajo las recientes modificaciones al plan Protesta Cero.
Finalmente miembros cercanos a la cúpula oficial niegan rotundamente la contaminación de agua sin dar explicaciones de sus fuentes.
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